Breve análisis de “Ciénaga” para órgano.

 

 

          Esta obra partió por la inquietud de mi amigo Edgardo Campos, el cual me pidió que le escribiese una pieza para órgano. La idea comenzó a rondar por mi cabeza y luego de meditarla bastante decidí comenzar seleccionando sonidos a partir de las letras de su nombre. Lo resultante fueron dos “pseudo-series”, una los sonidos de su nombre y la otra los sonidos de su apellido, con los cuales las alturas de la obra fueron fijadas. En cuanto a la rítmica,  decidí basarme en las 5 sílabas que componen su nombre y apellido: Ed-gar-do-Cam-pos. Por ende, el quintillo, o agrupación quíntuple se transformó en la base rítmica y estructural de la obra. Luego de tomar estas decisiones, vino el tema de la métrica y la unidad de rítmica. Decidí que la métrica sería cuádruple (con una breve intervención quíntuple) y que la unidad de pulso sería la corchea. La métrica cuádruple se fundamenta en la necesidad de crear una dicotomía entre la base estructural (rítmica), y la métrica, a fin de desestabilizar aún más las estructuras temporales y sonoras, y producir el efecto sonoro general de la pieza. La corchea como unidad de pulso es muy útil, ya que permite crear conexiones claras a través del corchete, entre diferentes células de material, y diferenciar el material lineal del material “aislado”. Por otro lado, el hecho de escribir los quintillos en fusas da una idea psicológica al intérprete de velocidad (sobretodo en las primeras lecturas), hecho que no es más que una ilusión subjetiva, pero que ayuda  a crear una sensación de unidad a la hora de ver la obra en su discurso general. Además, el carácter confuso y caótico de la pieza (caos absolutamente medido), es aún más visible usando figuras pequeñas. La obra comienza con una exposición del material en estado comprimido, a tal punto que se hace imposible percibir las sutiles conexiones internas y como éstas generarán la pieza más adelante. Esta “cápsula” de material, es expuesta hasta la letra A de la partitura, lugar donde comienza la expansión del material inicial. De aquí en adelante hay una descompresión contínua del material, la cual culmina en la sección final, donde la unidad de pulso pasa a ser la negra. Esto pasa exactamente para lograr lo opuesto a lo que logra la corchea en el mismo rol, es decir crear una sensación de verticalidad y fragmentación. Aquí el material se presenta casi desnudo, y en forma muy extendida, creando la antítesis con la primera sección. En el medio de la obra se producen dos episodios que rompen la continuidad. Son dos episodios contrapuntísticos que se presentan como singularidades estructurales, y que aparecieron casi espontáneamente. Ellos deben tomarse como lo que son, episodios únicos en la pieza, y no tienen una razón estructural o técnica para existir. Son “exabruptos”. Esa es la construcción de la pieza, a muy grandes rasgos. El título vino mucho después de iniciada la obra, y quiere manifestar (intencionalmente), todo y nada acerca de la pieza. Puede sugerir muchas cosas o ninguna, simplemente ser un título. Eso queda a la subjetividad del oyente y del intérprete.

 

Alevi Peña Jiménez

Julio de 2006