“En torno a María”
Concierto de Música Sagrada.
Parroquia María Madre de Misericordia.
Camino Real 4334. La Dehesa, Santiago.
Viernes 7 de Noviembre
de
Arnolt Schlick (ca 1460-1521): Coral para órgano Maria
zart (Tierna María)*.
Francisco Correa de Arrauxo (1575? – 1654). Canto Llano de la
Inmaculada Concepción (Alternatim)*
Girolamo Frescobaldi (1583-1643). Ricercare con
obbligo di cantare la Quinta Parte senza tocarla.*
Domenico Zipoli S.J. (1688-1726). Cuatro Versillos*
Alternatim con el Kyrie gregoriano Cum Jubilo ().
Ave Marías.
Ave María (Gregoriano)
Jacob Arcadelt (1514-1557): Ave María
Johann Sebastian Bach (1685-1750) Preludio y Fuga en Do
Mayor*
Charles Gounod (1818-1893): Meditación sobre el Primer
Preludio de S. Bach* (1852-3).
Versión para órgano de Luis González C.
Charles Gounod (1818-1893): Ave María para soprano y
coro. Arreglo coral de Nicolás Petrovich.
Luis González Catalán (Santiago 1946): Ave María a
cuatro voces.
Magnificats.
Magnificat en Tono Peregrino.
Johann Sebastian Bach (1685-1750): Fuga sopra il
Magnificat* (ca 1730)
Padre Joseph Gelineau S.J. (1920-2008): Magnificat a
cuatro voces
Luis González Catalán. “Preludio al Magnificat de
Gelineau”, improvisado a pedido de, y escrito con dedicatoria a su ahijado,
amigo y anterior alumno Alejandro Reyes van Ewyck (1972).
Padre José Maurício Nunes
García (1767-1830): Magnificat
en Re Mayor (1797?)
León Boëllmann (1862 – 1897) : Prière à Notre Dame (de
la Suite Gothique Opus 25, 1895) *
Domenico Zipoli S.J. (1688-1726) : Ad Maríam para
Tenor***, Violín**** y Órgano.
Presbítero Pedro Valencia Courbis (San Felipe 1880- Santiago 1961): ¡Salve
Madre! Opus
22c (1916)
Anibal Aracena Infanta (San Felipe 1881-Santiago 1951): Salve
Regina Opus 188** (1942)
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791): Ave verum
Corpus natum de María Virgine (1791)
Presbítero Jorge Azócar Yávar (18??-1976): Bendita sea tu
pureza** (1939)
Georg Friedrich Haendel (1685-1759): Hallelujah del
Oratorio El Mesías (1742)
Schola Cantorum Diócesis de San
Bernardo.
Director: Nicolás Petrovich R.
Solista Soprano: Diana Abarca G.**
Solista Tenor: Igor Hernández V.***
Violín: Patricio Soto****
Órgano solista* y acompañamiento: Luis
González Catalán.
Notas al programa.
El auditor del siglo XXI da por
sentado que el órgano ha estado desde siempre en la iglesia. Asimismo, se
tiende a pensar que la música de órgano pertenece plenamente al culto
cristiano, y que el acompañamiento de cantos y coros es parte esencial del rito.
Objetivamente hablando, los primeros padres de la Iglesia rechazaron el empleo
de instrumentos en el culto divino por considerar que sólo la voz humana era
digna de entonar la alabanza divina. Hacia el siglo VII de nuestra era se
introducen gradualmente los órganos en las iglesias cumpliendo estrictamente un
rol de solista, rol que en la Iglesia Católica permaneció así hasta fines del
siglo XIX. Al realizar su Reforma, el monje agustino Martín Lutero no tuvo
intención de abolir el uso del latín, pero sí propició el canto del pueblo en
la misa, y se preocupó personalmente de publicar himnarios en los que incluyó
muchas sus adaptaciones de himnos latinos y composiciones propias. Lutero hace
pocas referencias al órgano en sus escritos. En 1604 apareció el primer
himnario Luterano con corales con acompañamiento de órgano, el Hamburger
Melodeyen Gesangbuch. Dicha práctica fue seguida por otros reformadores. En
la Iglesia Católica sólo empezaron a aparecer libros de acompañamiento de
órgano de cantos en la segunda mitad del siglo XIX pues los organistas creaban
acompañamientos para el coro a partir de la música vocal. La lengua vernácula
no se empleaba en las acciones litúrgicas, y se la reservaba para los sermones
y las devociones vespertinas (es útil recordar que hasta hace cincuenta años
atrás la Misa se celebraba exclusivamente en las mañana, con excepción del
Jueves Santo, la Vigilia Pascual - después que se la trasladó del Sábado
Santo en la mañana - y la Misa de Navidad de Medianoche, llamada Misa del
Gallo). El canto de los fieles empezó a formar parte de las acciones litúrgicas
a partir del siglo XX gracias al Motu Propio de San Pío X (1903), en que
propicia el canto de los fieles, en latín por supuesto. En las devociones extra
litúrgicas las voces de los fieles se escuchaban cantando con entusiasmo: Mes
de María, Mes del Sagrado Corazón, Novenas, y otras prácticas piadosas
vespertinas. Las composiciones vocales en castellano de autores chilenos
presentes en el programa fueron escritas con tal fin, pero su dificultad
técnica demuestra que fueron concebidas para profesionales.
El órgano en la iglesia católica,
aparte de su rol como solista, cumplía un rol de acompañante cada vez que el
coro cantaba las partes de la Misa, tanto del Propio de la Misa (Antífonas del
Introito, Gradual, Aleluya, Ofertorio y Comunión) como del Ordinario de la Misa
(las partes fijas de ésta), a saber Kyrie, Gloria, Santo y Cordero de Dios.
Mención aparte merece el canto del Credo, que a partir del Concilio de Trento
deja de ser alternado con el órgano para ser cantado en su totalidad. El rol
del órgano como solista tuvo lugar en dos instancias: Sea alternatim,
alternando con el Coro en las partes fijas de la Misa o en los Himnos del
Oficio Divino, o bien, en momentos bien precisos señalados por la liturgia,
tocando piezas que eran improvisadas por el organista, piezas, o bien obras
escritas especialmente con ese fin. Existen composiciones para la Entrada de la
Misa, para la Epístola, para después de Evangelio (o Prédica) llamdas
Ofertorio, para la Elevación, para la Comunión, y para el Final de la Misa).
Estas piezas eran lo que se llamaba normalmente Misa de Órgano.
Como preparación espiritual al
Mes de María, el programa de hoy se propone entregar al auditor algunas
muestras de los homenajes que ha recibido musicalmente la Santísima Virgen
María, Madre de Jesús y Madre de la Iglesia. María es sinónimo de armonía y de
cantos de ángeles. Las piezas que oirán tienen referencia directa a la Virgen
María, con excepción del último número que canta la gloria del Señor
Resucitado.
La composición más antigua para órgano que figura en este programa pertenece a
la aún católica Escuela Alemana., toda vez que Schlick murió casi
contemporáneamente a la Reforma que aplicó Martín Lutero a partir de 1522-3,
período en que comienza el uso de la lengua vernácula en el rito cristiano. Una
carta de su hijo, que Arnolt incluye en el prefacio de su libro Tabulatura
de Himnos y Canciones (1512) dice “No permitas que tu vida pase en
silencio. ¿De qué sirve tu habilidad (composicional) si nadie conoce lo que
eres capaz de hacer?”. La bella y arcaica composición sirve en este concierto
de preludio a la procesión de ingreso del coro, que entonará un celebérrimo
canto traído por los españoles y que fue muy famoso en Chile durante la
Colonia.
Para la musicología moderna es
aún imposible afirmar si la melodía del Canto Llano fue o no compuesta
por el Padre Francisco Correa, pero ciertamente que debe haberle agradado mucho
como para crear las cuatro Coplas (variaciones) que siguen el canto, y
Correa emplea como conclusión a su Libro de Tientos y discursos de
música práctica, y teórica de órgano intitulado Facultad Orgánica (Alcalá,
1626). Le invitamos a unirse al coro en el refrán.
Texto del Canto Llano de
la Inmaculada Concepción (Miguel Cid, + 1617).
Todo el mundo en general,
a voces Reina escogida, diga que sois concebida sin pecado original.
Hizoos vuestro esposo
caro libre de leyes y fueros, y dio con que defenderos un privilegio de amparo.
Fue privilegio especial el ser de Dios defendida, pues os hizo concebida sin
pecado original.
Si mandó Dios verdadero
al padre y la madre honrar, lo que nos mandó guardar Él lo quiso hacer primero;
y así esta luz celestial en Vos la dejó cumplida, pues os hizo concebida sin
pecado original.
El Señor, con su poder,
tanto de gracia os llenó, que la culpa no halló en que pudiese caber; la culpa
se fue corrida, porque os halló concebida sin pecado original.
Toda Vos resplandecéis
con soberano arrebol, y vuestra casa en el sol dice David que tenéis; de
resplandor celestial os cercó el Rey de la vida, por haceros concebida sin
pecado original.
Unos pocos años separan al
clérigo sacerdote Francisco Correa activo de Sevilla de Girolamo Frescobaldi,
organista de la Basílica San Pedro de Roma. Asimismo, nueve años separan de la Facultad
Orgánica de las Fiori Musicali publicadas en Roma en 1635, de que
está tomado el Recercar con obligación de cantar la quinta parte sin tocarla.
Incorporamos una letanía a la Virgen que el organista italiano Luigi Ferdinando
Tagliavini emplea en su grabación discográfica (Erato, Editions COnstallat,
1975). Frescobaldi incorpora un puzzle a esta composición al pedirle al
organista cante la quinta voz sin tocarla pues quinta voz no aparece en la
partitura. Hay que imaginarse en que momento preciso se ha de cantar y cómo.
Las ediciones modernas (Bärenreiter 2205) proveen la solución, según la
proposición de Vignanelli. El coro canta en los momentos señalados las palabras
“Santa María, ora pro nobis”. Si lo desea, únase a ellos oportunamente.
El clérigo Jesuíta Domenico
Zipoli murió de tuberculosis en Sudamérica con todos sus estudios sacerdotales
terminados. Las distancias y las dificultades para viajar impidieron que fuese
ordenado sacerdote. Fue misionero en las reducciones jesuíticas de Córdoba y
dejó gran cantidad de música sagrada. Publicó en Roma sus Suonate
d’Intavolatura (1716). Los versillos del Modo I que escuchan en alternancia
con el Kyrie gregoriano de la Misa IX dedicada a la Virgen provienen del Libro
I que contiene obras para órgano.
La segunda sección de este
concierto se centra en el saludo del ángel Gabriel a María. Deben ser millones
las “Ave María” que se han compuesto para la liturgia. Esta presentación se
inicia con la versión gregoriana, ya que, como dijo San Pío X, “una composición
religiosa será tanto mas sagrada cuanto más se parezca en aire y estilo al
canto gregoriano” (Motu Propio, 1903). La versión a cuatro voces que sigue en
el programa se debe a la pluma de Jacobo Arcadelt (1505?-1628, aunque su
original fue una chanson publicada por él mismo en 1554. Se ignora quien
fue el músico que adaptó el texto del Ave María durante el siglo XIX, y quien
hizo la adaptación lo hizo sin las palabras Mater Dei que se
agregaron después Sancta María.
Juan Sebastián Bach es sin duda
alguna el más grande compositor de toda la historia de la humanidad. No estamos
hablando solamente de la enorme cantidad de música que ha dejado, sino de la
sobresaliente calidad de la misma. El catálogo realizado por Wolfgang Schmieder
contempla más de mil entradas, entre Cantatas, Misas, Oratorios, Pasiones,
Cánticos Espirituales, cerca de trescientas obras para órgano, una
impresionante cantidad de obras para clavecín, violín, viola de gamba, cello,
flauta, etc. El profundamente creyente Bach organizó 24 preludios y fugas en
una colección que hoy se denomina El Clavecín Bien Temperado –C.B.T. (más
propiamente debería llamarse El Teclado Bien Afinado). Cerca de veinte años
después Bach agregó otros 24 preludios y fugas a lo que se llama la segunda
parte del C.B.T. Es al primer preludio de la primera colección que Charles
Gounod superpuso una melodía en 1853, la que denominó Meditación, para Piano
con Violín o Violoncello. Lamentablemente Gounod empleó la edición de Christian
F. G. Schwencke (Bonn 1801) en que aparece adulterado este preludio por
Schwencke, quien agregó un compás después del compás 23 de Bach. Posteriormente
alguien superpuso el texto del Ave María, aunque al igual que en el caso de
Arcadelt, sin las palabras Mater Dei. Escucharán tres versiones de la misma
esta noche después del Preludio y Fuga número 1 de 1722: La primera la que hice
tocando la melodía en el teclado de pedales y manteniendo intacto el preludio
de Bach publicado por Schwenke. La segunda versión asume un carácter más
orquestal en el estilo de Virgil Fox. Finalmete escucharán la versión de
Nicolás Petrovich para soprano y coro.
Me cuesta trabajo recordar para
quien (o quienes) compuse el Ave María que escucharán esta noche. Tengo muy
claro que el original fue a dos voces, y en su segunda parte cito parte de una
Ave María que permaneció en mi subconsciente de cuando cantaba de niño en el
coro del colegio (de Ballester, si no me equivoco). Esta Ave María con que
cerramos esta sección comienza y termina citando las primeras notas del Ave
María gregoriana con que comenzamos esta sección.
Comienza seguidamente la tercera
sección del concierto denominada Magnificat. Son las palabras que la iglesia
atribuye a María en diálogo por el portento acaecido a su prima Isabel y a ella
misma: Magnificat anima mea Dóminum. Para mejor ilustrar la fuga de
Bach, el coro entonará el tono gregoriano llamado Peregrino (o irregular por
tener dos dominantes) en que Bach basa su imponente composición a cuatro voces
(136 compases) que concluye magistralmente a cinco voces al citar la doxología
en aumentación en los pedales.
La publicación de 10 Salmos y el
Magnificat del Padre Joseph Gelineau S.J, fallecido a los 88 años de edad el 8
de Agosto de 2008, tuvo lugar en Octubre de 1956, cuando la lengua vernácula
empezaba a aparecer tímidamente en la liturgia (Misa Dialogada). Escritos en
estilo modal, fueron rápidamente asimilados por los fieles católicos de todo el
mundo, quienes aún hoy los cantan. Nicolás me ha pedido que incluya una fuguita
que improvisé a pedido de mi querido ex-alumno, ahijado y amigo Alejandro
Reyes, gran músico chileno titulado de Ingeniero de Sonido (Tonmeister)
en Detmold, Alemania. Esta obra fue rescatada por el mismo Nicolás de un viejo
manuscrito mío; ignoro si alguna vez le di copia a Alejandro. Cerramos esta
sección con la versión completa del Magnificat en Re Mayor del Padre
José Mauricio Nunes García, nacido una década después de Mozart. Aparecen
catalogados dos Magnificats de su autoría (1797 y 1810 respectivamente).
La sección final de nuestro concierto
presenta distintos motetes, empezando con Ad Maríam para
Tenor, Violín y Órgano del ya presentado jesuíta Domenico Zipoli.
El Presbítero Pedro Valencia
Courbis, nacido en San Felipe en 1880 y fallecido en Santiago en 1961, mientras
era huésped en la Parroquia del Sagrado Corazón del Bosque. Uno de los músicos
con el más extraordinario bagaje cultural musical, fundó el Conservatorio
Católico de Música y Declamación y fue un fecundísimo compositor de música,
principalmente de música sagrada. A él debemos el canto de “¡Salve Madre!”,
tomado de su Opus 22c, publicado en Estados Unidos en 1916.
El organista y compositor Anibal Aracena Infanta,
nacido en San Felipe en 1880 y fallecido en Santiago 1951 Gozó de una más que
merecida reputación. En su Panorama de la Música en América el Padre
Valencia Courbis nos cuenta que “…eran célebre sus audiciones en la Casa de
Orates”. El canto de la Salve tiene lugar como antífona mariana para el oficio
de completas. La Salve Regina Opus 188** fue compuesta con ocasión del
Año Mariano 1942.
El Motete eucarístico Ave Verum Corpus fue
compuesto por Mozart el 17 de Junio de
Tuve la dicha de conocer personalmente al Padre
Jorge Azócar Yávar cuando se desempeñaba, en el ocaso de su vida, como capellán
de las Religiosas del Buen Pastor de calle Rivera en Santiago. Dispongo de gran
cantidad de obras suyas y hemos seleccionado uno de sus cantos a la Virgen del
año 1939 (prácticamente todos los años el Padre Azócar hacía imprimir música
suya, casi siempre dedicada a la iglesia). Dice el Presbítero Miguel Jordá,
párroco en la localidad de San Pedro, provincia de Melipilla en su libro El
Divino Redentor: “Muchos años antes de definirse el dogma de la Inmaculada
Concepción ya se rezaba en España la oración Bendita sea tu pureza, y
esta oración es sencillamente una décima. La hallamos en todos los
devocionarios y libros de piedad del siglo XVII hasta el día de hoy” (página
29). Estas décimas se enmarcan dentro del Canto a lo Divino que los españoles
utilizaron para evangelizar a Chile. La expresión “Canto a lo divino” es
empleada por San Juan de la Cruz y por Santa Teresa de Ávila. Mientras en el
norte de España se escribían normalmente Octetas, el andaluz Vicente Espinel
agregó dos líneas adicionales que las convirtieron en décimas. EL Padre Jordá
afirma que existe una gran similitud entre el Cante Jondo de Andalucía y
nuestro canto a lo divino; clarifica que éste solo recientemente se ha empezado
a introducir en las iglesias de Chile. Este texto fue musicalizado por el Padre
Azócar y publicado en 1939 por los Talleres Poligráficos “Claret”.
De común acuerdo con Nicolás Petrovich, decidimos
concluir este concierto con el más notable anuncio de la Resurrección de Jesús,
el famoso coro Hallelujah del oratorio El Mesías, terminado el 14 de Septiembre
de 1741. Construido con gran economía de medios, este trozo de música está
basado en textos bíblicos de gran riqueza doctrinal. La música que Haendel dio
a esas palabras ha alcanzado fama universal.
Para la mayor Gloria de Dios y para Alabanza
de la Bienaventurada Siempre Virgen María.
Luis González Catalán,
Noviembre de 2008.
Licenciado en Artes
Musicales (BMA, Texas Tech University 1995).
Magíster en Artes
Musicales (MMA, Texas Tech University 2003).
Candidato al Doctorado en
Bellas Artes (Ph. D. in Fine Arts Texas Tech University).